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“ Y hubo otra vez un Papa Ortodoxo………………”
El Concilio de Basilea depuso al último Papa Eugenio IV bajo la gravísima acusación de herejía e inmoralidad y para dar una respuesta histórica a las necesidades de las iglesias de oriente y occidente, el Concilio en pleno elevo a la Cátedra de San Pedro a un hombre laico, casado, militar, denominándolo primer patriarca legítimo de occidente después de trece siglos de ilegitimidad cesáreo-papista. El Duque Amadeo VIII de Saboya y Berry, fundador de la Orden de Caballeros de San Mauricio, tomo el nombre de Félix V, tenia varios hijos e hijas, administraba sus propiedades, no vivía del dinero de la Iglesia, era un hábil gobernante civil y estableció la nueva sede pontificia Católica Ortodoxa de Occidente en su propio castillo de Lausane, en Suiza, para evitarle gastos de ceremonial y administración a la Iglesia; Félix V fue el único papa, no célibe, que vivió de su propio trabajo, excelente padre de familia, ejemplo de rectitud y pureza. Gobernó la Iglesia disidente de Roma, hasta el límite de sus fuerzas y salud. Ya anciano y de acuerdo a los decretos de Basilea, al cumplir los diez años de Pontificado, reunió nuevamente el Concilio, ante el cual presento su renuncia por vejez y en su lugar fue escogido otro Nicolás V, que solo duro algunos meses y seria el último Papa Conciliarista.
Entre tanto en la ciudad de Roma, las familias feudales y burguesas, junto a poderosos mercaderes venecianos y judíos desplazados por Félix V, ahora apoyados por reyes italianos y príncipes españoles, junto a dieciséis cardenales del antiguo régimen papista firmaron el Concordato de Viena (1448), que obligaba a todos los súbditos europeos a pagar un tributo al nuevo Papa elegido en Roma, el cual se denominó a si mismo Nicolás V, en franca disputa con el otro Papa Nicolás V de Lausane.
El Concilio de Basilea depuso al último Papa Eugenio IV bajo la gravísima acusación de herejía e inmoralidad y para dar una respuesta histórica a las necesidades de las iglesias de oriente y occidente, el Concilio en pleno elevo a la Cátedra de San Pedro a un hombre laico, casado, militar, denominándolo primer patriarca legítimo de occidente después de trece siglos de ilegitimidad cesáreo-papista. El Duque Amadeo VIII de Saboya y Berry, fundador de la Orden de Caballeros de San Mauricio, tomo el nombre de Félix V, tenia varios hijos e hijas, administraba sus propiedades, no vivía del dinero de la Iglesia, era un hábil gobernante civil y estableció la nueva sede pontificia Católica Ortodoxa de Occidente en su propio castillo de Lausane, en Suiza, para evitarle gastos de ceremonial y administración a la Iglesia; Félix V fue el único papa, no célibe, que vivió de su propio trabajo, excelente padre de familia, ejemplo de rectitud y pureza. Gobernó la Iglesia disidente de Roma, hasta el límite de sus fuerzas y salud. Ya anciano y de acuerdo a los decretos de Basilea, al cumplir los diez años de Pontificado, reunió nuevamente el Concilio, ante el cual presento su renuncia por vejez y en su lugar fue escogido otro Nicolás V, que solo duro algunos meses y seria el último Papa Conciliarista.
Entre tanto en la ciudad de Roma, las familias feudales y burguesas, junto a poderosos mercaderes venecianos y judíos desplazados por Félix V, ahora apoyados por reyes italianos y príncipes españoles, junto a dieciséis cardenales del antiguo régimen papista firmaron el Concordato de Viena (1448), que obligaba a todos los súbditos europeos a pagar un tributo al nuevo Papa elegido en Roma, el cual se denominó a si mismo Nicolás V, en franca disputa con el otro Papa Nicolás V de Lausane.
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