Los tiros de Yakov Yurovsky y sus once secuaces de Petrogrado no alcanzaron, y en la pequeñez del sótano, las bayonetas destrozaron los cuerpos a fin de robarles algunas pocas piedras preciosas que las niñas, Olga, Tatiana, María y Anastasia guardaban bajo sus ropas íntimas.
El joven Alexis, ya enfermo desde hacía tres meses fue el primero en morir junto al pecho del buen Zar Nicolas II; la Zarina fue ametrallada y luego golpeada con las culatas de los fusiles y destrozada por las crueles bayonetas, al igual que las cuatro niñas.
La decisión de matarlos, fue un acto pensado y discutido por el grupo hebreo de Moscú, Lenin lo aprueba junto con su colega Jacobo Sverdlov, quien firma el documento, entregado en manos de su secretario Yankel Yakovlev (Jacoblev).
El joven Alexis, ya enfermo desde hacía tres meses fue el primero en morir junto al pecho del buen Zar Nicolas II; la Zarina fue ametrallada y luego golpeada con las culatas de los fusiles y destrozada por las crueles bayonetas, al igual que las cuatro niñas.
La decisión de matarlos, fue un acto pensado y discutido por el grupo hebreo de Moscú, Lenin lo aprueba junto con su colega Jacobo Sverdlov, quien firma el documento, entregado en manos de su secretario Yankel Yakovlev (Jacoblev).
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